jueves, 27 de enero de 2011

Thread, Alicja & Matthew, halloween {1}

No se paró más de dos minutos frente al espejo antes de regresar al lugar en el que se encontraba su baúl, de donde sacó las medias de rejillas que acompañaban al resto del disfraz. Se sentó sobre la cama, para así ponérselas y poder calzarse más cómodamente. Aún no entendía el porqué había acabado por ir a esa fiesta, quizás la palabra alcohol había tenido mucho que ver en la decisión final de la slyherin. Regresó frente al espejo para así poder observar el resultado final, con ayuda de sus dedos pasó varios mechones de su cabello rubio hacia delante, dejándolos caer sobre sus clavículas. Perfecto. Sin más, abandonó la habitación de la misma forma que abandonó el castillo. Para después acercarse al Sauce Boxeador e aparecer directamente en La Casa de los Gritos. Ni pensaba perder el tiempo en ir en los múltiples carruajes que iban y venían, transportando a los alumnos de los diferentes cursos.

Se acercó al salón de baile, posando su mirada en cada uno de los múltiples detalles que llenaban cada rincón de la casa. Nadie se habría creído que La Casa de los Gritos podría llegar a transformarse de semejante forma. Acarició con su dedo índice uno de los esqueletos que había a la entrada del salón. Debía reconocer que la decoración era más que perfecta para la ocasión, mas no era suficiente como para asustarla o atemorizarla. Escuchó voces al otro lado de la puerta, pues hacía rato que los primeros carruajes habían abandonado el castillo. Abrió la misma y entró. Sin posar su mirada en nadie, tan solo en el salón en sí. Estaba todo demasiado cambiado como para saber a que estancia correspondía con la estructura original, tampoco iba a pensar en ello, como si le importase. Se acercó a la mesa en la que se encontraba el alcohol, junto a otro tipo de bebidas que ni le iban ni le venían. Cogió uno de los vasos y rebuscó entre las botellas muggles una de vodka, para acto seguido servirse un trago.
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El castaño dejó caer lo que sería el disfraz sobre su cama, mientras pasaba una toalla por su cabello mojado. Alzó una ceja con ironía cuando observó pasar por la puerta de la habitación lo que parecía ser un idiota disfrazado de dementor. La puta escoria de Slytherin, pensó mietras lanzaba la toalla a un lado, y relamía su labio inferior, volviendo a posar sus ojos azules en el disfraz. Lo cierto es que no tenía idea de por qué iba. Lo único bueno en esa fiesta sería el alcohol. Y quizá ver las piernas de Alicja más descubiertas que lo normal, junto con la de las demás alumnas. Sin embargo podría tener exactamente lo mismo, sin la necesidad de disfrazarse como un jodido retrasado, y más aún, terminar en la Casa de los Gritos. Aquel lugar comenzaba a ser su segunda casa. Sonrió de medio lado burlón, para luego exhalar un suspiro y tomar la camisa blanca. No tardó demasiado en terminar de cambiarse, y antes de bajar a la Sala Común tomó de un sorbo el resto de whisky que le había quedado de la botella comprada aquella tarde.

Al llegar al lugar en donde algunos alumnos todavía esperaban a que los carruajes volvieran para buscar al resto, Callahan negó con la cabeza ante tanta estupidez junta, y tras desviar unos metros sus pasos sin que nadie lo vea, decidió aparecerse sencillamente en el tercer piso del lugar donde se llevaba a cabo la fiesta. Ladeó su cuello, mientras acomodaba la capa con lentitud detrás de su espalda, y miraba la decoración. No estaba mal, pero sólo asustaría a un Hufflepuff virgen. La música proveniente del piso de abajo podía escucharse, y frunciendo los labios ante los ruidos que la misma casa creaba a su izquierda, bajó los escalones. Antes de llegar, una chica disfrazada de mariposa pasó y gracias a sus reflejos pudo echarse levemente hacia atrás para que no le golpeara con una de sus alas. Estaba a punto de tomarla del brazo para hacerla llorar, cuando la figura de Alicja le llamó más la atención. Chasqueó la lengua, y se dirigió hacia donde estaba. Paseó sus ojos por su atuendo y le dedicó una sonrisa donde la inocencia era un recuerdo lejano. – Sabes que terminarás en mi cama esta noche, ¿Verdad?
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A medida que pasaban los minutos más alumnos, e incluso adultos, se adentraban en el interior del salón y, seguramente, otros tantos estarían deambulando por el resto de la casa, pues los pasos en el piso superior podían escucharse ligeramente tras la música. Esperaba que Matthew llegase pronto, o sería incapaz de seguir soportando a todos esos imbéciles disfrazados de superhéroes y princesas. De ser así, estaba segura de que acabaría por aparecerse de un momento a otro. Londres escondía más diversión que esa maldita casa, la cual visitaba más que a menudo.

Dio un trago al contenido de su vaso, vaciándolo por completo. Iba a girarse para dejarlo de nuevo sobre la mesa, cuando observó como la figura de Callahan se aproximaba. Vampiro. No se lo habría imaginado. Dejó que en su rostro se formase una sutil sonrisa tras haber escuchado las primeras palabras del castaño. – Sabes que no me importaría, pero tal vez seas tú quien termine en la mía. – Respondió simplemente, al mismo tiempo que dejaba caer su mano derecha sobre el cuello del slytherin, recorriendo a su paso el cuello de la camisa. –Y qué… ¿me vas a morder? – preguntó posando su mirada sobre el disfraza de Matthew, observándolo más detalladamente.
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Debía destacar, incluso a pesar de que seguía sin ser nada del otro mundo para él, que habían hecho un buen trabajo en dejar aquella mierda mugrienta, en una un poco más discreta. No estaba seguro si dejarían el lugar de ese modo luego de la fiesta, pero aquello sería orgásmico. Después de todo, últimamente pasaba más tiempo allí que en Hogwarts, por las continuas reuniones. Incluso con la rubia que lo acompañaba en esos momentos, siendo ella parte del movimiento también. Pero estando allí ahora, con música de fondo, alumnos disfrazados y decoración acorde a la fecha, todo aquello parecía un mundo paralelo. Le parecía una mariconeada el haber ido, y llevar puesto lo que vestía, pero quizá podría sacar algo bueno de ello.

Y aquello mismo, no era difícil de considerar, mientras sus ojos desvestían la figura de la Slytherin. Solo cuando escuchó su voz, alzó su mirada a su rostro, para simplemente dejar que sus labios se curvaran nuevamente hacia un lado por la cercanía. – Y tú sabes que mi cama es mucho mejor que la tuya. Los dos lo sabemos. – Respondió con tranquilidad, mientras quitaba el vaso vacío de su mano para dejarlo nuevamente en la mesa. Ya se encargaría de llenarlo nuevamente en unos minutos. Suspiró con falsa pesadez al escuchar sus palabras, y aprovechando la corta distancia, ladeó su rostro para rozar la piel de su cuello con su nariz, y luego llevar sus labios a su oído. – Solo si te portas mal. Así que dalo por hecho. – Contestó en un susurro, para luego separarse de ella, y tomar la botella de vodka sin más.
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La mirada de la rubia recorrió por unos instantes la sala, hasta entonces no se había fijado en ninguno de los presentes. Si se sentía ridícula por tener que llevar un disfraz puesto, el simple hecho de ver a todos los alumnos –y lo que era más patético, adultos- con sus infantiles y estúpidos disfraces, le aliviaba en cierto modo. Al menos, el disfraz que había elegido era acorde a su personalidad y forma de ser, sería hipócrita disfrazarse de princesa o de cualquier protagonista de algún cuento para niños muggle. No había visto a ningún profesor aún, es más, deseaba que, finalmente, desistiesen de ir, a pesar de saber que eso era irremediablemente imposible.

Apartó varios mechones que habían acabado sobre su rostro antes de responder al castaño. –Puede, pero realmente lo que menos me importa es la cama. De nada sirve una buena cama si no tienes un buen amante con quien compartirla ¿verdad? – Habló posando su mirada sobre la del slytherin, a la vez que una sonrisa ladina se dibujaba en sus labios. Mas no se pronunció ante sus siguientes palabras, pues era sabido por todos que no era ninguna santa, ni se hacía pasar por una. En cambio, se apoyó contra la mesa de las bebidas, apoyando a su vez sus manos sobre los cantos de la misma. - ¿No vas a compartir? – Preguntó divertida al ver como Matthew cogía sin más la botella de vodka.
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Lo cierto es que Callahan nunca planeaba nada, o al menos, todo lo que no requería ser planeado a su pensar. Por eso es que nunca se preocupaba por lo que los demás sí, y eso era simplemente por el hecho de que tenía una forma bastante única de mirar las cosas, y de pensar o actuar. Lo que para algunos es una falta de respeto, para él es divertido. Lo que para otros es perfecto, para él es una mierda. No le costaba admitir que era un jodido bastardo, que era más que complicado, y casi imposible de tratar. Que no era de fiar, y su preocupación giraba siempre en torno a él. Tampoco es como si eso le quitara el sueño. Pero había personas que eran los suficientemente algo, para que le agradaran. Alicja era una de esas. Le parecería estúpido no llevarse bien con ella, siendo de hecho, tan parecida a él. No por nada había decidido llevarla a ella como pareja de aquella noche.

Callahan desvió sus ojos hacia su costado, al haber visto nuevamente pasar a la idiota de las alas, pero volvió a focalizar su atención en la rubia. Dejó que sus ojos permanecieran en los suyos, mientras contestaba. – De nada sirve una cama si no estoy yo en ella, Alicja. – Alzó sus cejas con arrogancia, para luego acompañar su comentario con una sonrisa entre divertida y pícara. Una vez giró su cuerpo para enfrentar la mesa, y con la botella ya en su mano, relamió su labio inferior mientras tomaba otro vaso además del de ella. – Me ofendes. Hay dos razones por las cuales voy a servirte. – Comenzó, mientras dejaba que el líquido llenara primero un vaso. – Una, es por que soy un caballero. – Pasó al siguiente vaso, para luego dejar la botella nuevamente en la mesa. – La otra, es por que quiero emborracharte. El sexo es más divertido así. – Le alcanzó su vaso, mientras aquella sonrisa ladina reaparecía en su rostro.
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La slytherin era consciente de que era odiada por gran parte del sector femenino del castillo y, ahora que había asistido allí con Matthew Callahan, la odiarían más aún. No le importaba en lo más mínimo, para ella, todas no eran absolutamente nada, ni tan siquiera eran lo suficientemente importantes como para merecer su odio. La fría indiferencia era más que adecuada para ese sector que cada vez abundaba más en Hogwarts. También sabía que el adjetivo más bonito con el que podían referirse a ella, era el de zorra. Lo único que tenían era envidia, la envidia de no poder –bien fuese por no dejar correr rumores sobre ellas, o bien por otros motivos- hacer de su vida lo que deseasen. Sin importar lo que pudiesen, o no, decir de ellas. Ella era feliz siendo como era, acostándose con quien quisiese y cuando quisiese. Nada importaba más.

Una leve risa escapó de sus labios al escuchar su respuesta. Siempre tan… él. Por eso le agradaba, tanto su compañía, como la amistad que mantenían. – Créeme que lo que menos deseo es aumentar tu ego, pero debo admitir que tienes razón, al menos en parte. – respondió, sin poder desviar sus pensamientos por un momento hacia Carlo. Sin duda, ambos eran únicos y ningún joven del castillo podría llegar a superarles, ni tan siquiera a igualarles. Sonrió de nuevo al escuchar de nuevo al slytherin y observó como llenaba el primero de los vasos. Arqueó una ceja y tomó su vaso cuando este se lo ofreció, dándole un trago al mismo en cuanto lo tuvo en su mano. – Así que, vas a emborracharme.- dijo divertida, tratando de no pensar en como podría amanecer al día siguiente. – Debes de saber entonces, que no pienso responder de mis actos.- dijo finalmente.
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Como cualquier grupo de hombres, con o sin alcohol de por medio –aunque en el caso de Callahan, siempre había aunque sea una gota en esos casos- el tema de mujeres siempre salía a luz. Quién está más buena, las mejores piernas, aquella que se mira pero no se toca. La última con la que se habían compartido sábanas, e incluso aquellas que tenían en común. Él era probablemente, en Hogwarts, uno de los que más labios había probado, y más noches había compartido con alumnas de su casa, y de otras también. Estaba al tanto de que había sido la razón de muchas separaciones de parejas dulces, y la de peleas entre otras. Le daba igual. Él podía mentir y manipular, pero cuando una chica jugaba con fuego con él, esta sabía que la quemadura no sería permanente. Por que nada en él lo era, y mucho menos las mujeres. Claro que había excepciones, como toda regla. Había algunas a las que no se cansaba de probar y quemar, ni de que le quemaran.

Escuchó reír a la rubia, y mantuvo su sonrisa ladina, mientras sus palabras le llegaban. – Tampoco busco hacer lo mismo en ti, y no siento la necesidad de decirte que el sentimiento es recíproco. – Se alzó lentamente de hombros con falsa inocencia, pero con suma tranquilidad. A él le daba igual con quien se acostara ella, después de todo, era su amiga y nada más; así también como ella pensaba y sentía lo mismo para con él. Por eso funcionaban tan bien, y él no se cansaba de buscarla una y otra vez. Algo que probablemente, no cambiaría jamás. Pero eso no quitaba el hecho de que disfrutaba inmensamente de su compañía en todos los sentidos posibles. Dio un sorbo al contenido del vaso, con una sonrisa arrogante. – Conmigo no es necesario que lo hagas, ni tampoco lo quiero. Tout l'opposé. - Contestó divertido, dejando fluir el francés en la última palabra.
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Pasó las manos por los pliegues de su falda por simple inercia. De hecho, habría preferido llevar cualquier otra cosa antes que un disfraz, incluso el uniforme del colegio le parecía más interesante que un patético disfraz de telas de colores. Por no hablar de ese maldito trozo de tela lleno de plumas que no hacía más que molestar. ¿Cobra de plumas era? Si, así le habían dicho que se llamaba en la tienda en la que lo había comprado. Ni siquiera sabía porque lo había sacado de la habitación, debería haberse quedad directamente en el fondo del baúl. Finalmente, se lo quitó de encima y lo dejó sobre la mesa, no le importaba que alguien se lo llevase, de hecho, no podría querer que eso no sucediese.

Escuchó la respuesta del slytherin, mas no se pronunció ante ella, no veía motivos por los cuales dar una respuesta que, tanto para ella como para el slytherin, era más que obvia. –Incluso de haber sido así, sabes que no lo habría hecho.- respondió simplemente. Si bien el francés no era una de las lenguas que la rubia dominase, el hecho de conocer a Matthew desde sus inicios en Hogwarts, había ayudado a que consiguiese descifrar algunas que otras palabras y frases. Dio un nuevo trago a su vaso, esperaba que el alcohol fuese suficiente para pasar las próximas horas en esa casa. - ¿No vas a invitarme a bailar, Matthew? – preguntó irónicamente, divertida. Antes muerta que poner un pie en esa jodida pista de baile.

1 comentario:

  1. Hola Raika, soy Laura la autora de Una Erasmus para Laura. Pásate por mi blog que hay algo para ti. Un saludo.

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