domingo, 5 de diciembre de 2010

Es ahora, o nunca. Thread (3)

5) Fred.

Rió junto con ella, mientras bajaba la vista hacia sus pies, ligeramente avergonzado. Quizá era demasiado patriota, en sí los ingleses lo eran. De todos modos, la nacionalidad afectaba directamente a una persona, eso era sabido. Y el haber vivido toda su vida en un país como Inglaterra, con el clima que éste tiene, lo –como a todo inglés- acostumbró a las temperaturas frías. Le gustaba el verano, pero no soportaba temperaturas demasiado altas. La escuchó, y alzó levemente sus cejas. Sabía que hacía bastante no iba a su país natal, Alemania. Ella lo había comentado una vez, y no recordaba muy bien cómo había terminado escuchándolo, pero lo hizo. Escuchó su broma, y sonrió divertido antes de empujarla levemente con su hombro y cuerpo para anticipar su comentario. – Hey, al menos el acento es algo que no te podrán quitar nunca. – Puntualizó divertido, silenciosamente halagándola. Encontraba ciertamente atractivo y agradable el acento alemán que llevaba en el tono de su voz y palabras. Abrió levemente los ojos, ante la precipitación de su fuerte ‘No’ y su respuesta luego. No tenía el derecho de hacerlo, pero se sintió extrañamente bien con el saber que no quería irse y quería en cambio quedarse allí. Con él. Sin embargo, y acostumbrado ya a disfrazar ciertas emociones cada vez ella estaba cerca, se encargó de simplemente plantar una sonrisa cálida que naturalmente surgió de sus labios, y chasqueó la lengua.- ¿Estás bromeando? No querría estar en ningún otro lugar. – Y de tener el coraje, hubiese adherido que con nadie más tampoco. Pero el miedo a perder la amistad, o el momento como mínimo, le superaba.

Ignoró entonces el cosquilleo que nuevamente le surgió en las palmas de sus manos, y cruzó sus brazos para aminorarlo. Apoyó sus antebrazos sobre sus rodillas nuevamente. - ¿Quieres decir chicos que invitan a sus amigas a morir de frío a las tres y media de la mañana? – Rió levemente, y luego relamió sus labios, algo fríos por la temperatura. Dejó que el silencio reinara unos minutos, y se permitió relajarse cuando se dio cuenta que estaba algo tenso por Raika. Le ponía nervioso. En el buen sentido. Y cuando ella volvió a hablar, dirigió sus ojos una vez más hacia ella para asegurarle que de verdad estaba interesado en su bienestar. No dijo nada, y procesó la información durante unos segundos. Pero antes de que pudiese decir algo, ella volvió a hablar. El brillo de los ojos de la rubia bastó para hacerle saber que de hecho le preocupaba que los demás se enterasen de sus sueños, o lo que sea era le provocaba aquel malestar. Sonrió levemente al escuchar el nombre de su compañera, Celeste, y luego simplemente actuó por instinto. Posó su mano derecha sin pensarlo sobre las suyas, y las rodeó con seguridad. – No dejaría que nadie te tachara de loca. Puedes confiar en mí. – En el momento en el que terminó de hablar, pasaron unos cinco segundos. Segundos que tardó en darse cuenta de que su mano seguía posada sobre las suyas. La quitó rápidamente, sintiendo ese hilo de electricidad como cada vez la tocaba. No debería haber tomado sus manos de esa forma. ¿Cuál era su problema? Un cartel luminoso declarándose, hubiese sido más conveniente. Desvió su mirada nuevamente al campo, y aclaró su garganta levemente, incómodo consigo mismo.





6) Raika

Si, era cierto que nadie podría lograr que se desprendiese del acento alemán que, como no, desde siempre había poseído. A pesar de que, con el paso de los años y, sobre todo desde su ingreso en Hogwarts, lo había ido mezclando en cierta medida con el inglés. Pues si bien podía hablar en ambos idiomas con fluidez no podía evitar que el uno se mezclase con el otro en algunas ocasiones. Claro que, apenas se había dado cuenta de ello hasta que Frederick se lo recordó, bueno, realmente tampoco se había parado a escucharse a sí misma como para ver si esto era así o, de lo contrario, seguía igual que siempre. – Si, la verdad es que tienes razón, al menos siempre me quedará eso.- respondió riendo. Era tan fácil y a la vez tan complicado estar con Fred. Por un lado era su amigo y le encantaba pasar tiempo con él, al igual que con Cels o Sidney, nunca se aburría a su lado ni se cansaba de verle tan seguido, pues a demás de verle en las clases o en la sala común, también compartían los entrenamientos y los partidos de Quidditch, lo que garantizaba varias horas al día junto, o cerca de él. Escuchó entonces su respuesta, al menos no se había reído públicamente de la actitud que había mostrado anteriormente, aunque tuviese motivos para hacerlo. -¿Ni tan siquiera bajo el calor de la chimenea de la sala común o de tú cama? –preguntó divertida para, tras un par de minutos, añadir. –Me alegro de haberte encontrado esta noche en las cocinas, Fred.- Minutos antes quizás no se hubiese atrevido a decir esas palabras, no por nada en especial pues no creía que el castaño fuese a tomárselas con el sentido con el cual lo había dicho realmente, pero si por temor a que sus mejillas se tiñesen de rojo, pudiendo así, dar a entender algo que, aunque así fuese, no quería dar. Y así fue, por suerte la oscuridad de la noche hacía este hecho menos notorio. O eso esperaba.

-Para nada –rió- quiero decir chicos con los que realmente es agradable pasar el tiempo, incluso a las tres y media de la mañana –puntualizó- y también con los que se puede hablar. Creéme, no hay muchos por aquí como tú… -continuó hablando a pesar de que, posiblemente, se acabaría por arrepentir de estar diciendo todo eso, aunque fuese tan verdad como que el sol nace en el este y se pone en el oeste. – Realmente me siento afortunada de haberte conocido, y mucho. – Y era cierto. A pesar de todos los debates internos que tenía en su cabeza a causa de sus confusos sentimientos hacia el Ravenclaw y, los dolores de cabeza que estos le pudiesen causar, no cambiaría por nada en el mundo el día en el que conoció a Frederick Woodward. Un escalofrío recorrió su cuerpo, y no a causa de la temperatura, cuando el castaño posó su mano derecha sobre las suyas. Escuchó entonces su respuesta y no pudo evitar sonreír antes sus palabras. Pasaron unos segundos hasta que ese contacto entre ambos desapareció. Algo dentro de su cabeza, o más bien de su corazón, quiso pegarle por haber apartado tan rápido su mano de las suyas. Claro que, no la rubia no llevó esos pensamientos, los cuales no sabía de dónde habían salido, ella no era de pensar esas cosas, a la realidad. Sin embargo, giró su cuerpo unos noventa grados hasta quedar frente a Frederick. Y, sin poder ni querer evitarlo, le abrazó. No recordaba haberlo hecho antes, pero la sensación que tan simple acto le producía, era tal que se arrepintió de no haberlo hecho antes. –Gracias por todo, Fred.- Dijo sin querer apartarse de él, pero sabiendo que era cuestión de segundos que tuviese que hacerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario