sábado, 25 de diciembre de 2010

Thread, ¿Extraña Rutina?

{ Segundo Sábado de Septiembre | 00:30hrs. | 5ºC en el exterior # Posibilidad de Lluvias }
L i b r e.


Cabeza de Puerco. Doce y media de la noche de un frío sábado de primeros de septiembre. Y, como no, ante esta perfecta combinación no podía faltar Göran. El castaño recorrió los pocos metros que aún le separaban de aquel antro que tanta repulsión le había causado la primera vez que lo había visto, al cual había dicho no entrar jamás. Claro que, eso había sido años atrás, actualmente apenas existía un fin de semana en el que no posase su perfecto, para que engañarse, trasero en uno de sus asientos junto a la barra frente a cualquier tipo de bebida con un mínimo de alcohol. Preveía que sería esta sería una buena noche, no tenía motivos para pensar esto, pero ¿Qué importaba? Era Göran Virtanen y sucediese lo que sucediese en contra o a favor de su persona, haría cualquier cosa para volverlo a su favor. Lógica aplastante.

Sin más dilaciones y con una perfecta sonrisa marcada en su rostro, abrió la puerta que daba acceso al interior del local en cuanto la tuvo frente a sí. Desde el exterior ya pudo deducir que habría los suficientes magos y brujas, pero sobre todo magos, que habrían elegido el pub para pasar, al menos, el comienzo de la noche y no pudo más que corroborarlo al posar su clara mirada en el interior. Ni una sola mesa libre. Rio al ver como unos conocidos de su padre le miraban fijamente con una clara mirada de “No deberías estar aquí”. Al pensar en la reacción de su padre no pudo más que aumentar su sorna hacia ellos. Ni tan siquiera obedecía órdenes del que era su progenitor como para salir corriendo después de haber sido descubierto, si así podía decirse, por tres imbéciles degenerados a los veía de vez en cuando.

Recordaba perfectamente el momento en el que su padre, el que había sido su imagen a seguir durante tantos años, había pasado a ser una de las personas que más odiaba en este maldito mundo. Jamás le perdonaría el haberle obligado a dejar Helsinki y, tras eso, el haberle separado de su hermanastra, cuyos sentimientos hacia ella eran claramente confusos y contradictorios. Se acercó a la barra, no iba a permitirse el pensar nada que pudiese joderle la noche y nada, era nada. Sin dejar que su rostro mostrase ningún tipo de sentimiento, pidió un hidromiel, dejando que su voz saliese tan fría como azules eran sus iris.

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