sábado, 25 de diciembre de 2010

Es ahora, o nunca. Thread (6)

13) Fred

Aún recordaba cuando uno de sus amigos le soltó como un balde de agua fría que era bastante obvio que algo le pasaba algo con una chica. En esas épocas, apenas comenzaba a mirarla de otro modo, incluso aunque ya era ciertamente intenso lo que sentía. Como siempre decía o pensaba, no sabría decir con exactitud cuál fue el momento preciso o exacto en el que pasó de ver a Raika como una amiga más, a volverse la dueña de sus pensamientos. Asumía que había sido algo más bien paulatino, un sentimiento que fue creciendo con lentitud, de tal modo que ni él pudo haberse dado cuenta que le gustaba hasta que rozar sus manos se volvió un silencioso placer. A veces se acordaba de cuando estar junto a ella era normal, cuando todavía lo único que sentía era probablemente una pequeña atracción que justificaba con simpleza. Después de todo, ella era atractiva, hermosa de hecho, y pasaban mucho tiempo juntos. Más esa justificación se volvió rápidamente muy débil. Sinceramente, reconocer lo que le pasaba con ella le había traído muchos dolores de cabeza. Le era gracioso recordar la manera en la que analizaba todo al principio, tratando de encontrar el por qué de sentirse así. Su preocupación principal, y la que todavía lo atormentaba, era la pérdida de su amistad. Y quizá esa fue la razón de sus jaquecas. Aún así, ahora Fred era más liberal. No era tan analítico, leer un libro ya no le bastaba, sino que quería vivir la experiencia. Con Raika le pasaba lo mismo. A lo largo de los últimos meses, la idea de finalmente decirle la verdad había sido más que tentadora, había pasado a ser una posibilidad. Pero se echaba para atrás en el último minuto. La escuchó hablar, y acompañó su risa con la suya. Acosarla no estaría muy lejos de lo que ya hacía en verdad. Compartían tanto tiempo juntos, que ni siquiera él mismo se daría cuenta de que la estaría persiguiendo a todos lados. – Una vez más, debo admitir que tienes razón. – Sonrió divertido, mientras ladeaba levemente el rostro. – Pero tranquila, incluso aunque no te des cuenta, no te acosaré.

Lamento destruir tu egocentrismo, Rai, pero no es la fiebre lo que me hace delirar. Adjudico las incoherencias a mi personalidad. – Sonrió burlón, para pasarse una mano por su cabello y despeinarlo por inercia. Era tan fácil ser solo un amigo para ella, que a veces se reprendía así mismo por sentir lo que sentía. Después de todo, el que estaba poniendo en riesgo momentos como el de aquel instante, era solamente él. El estar tan próximo a ella ahora, el haber tomado la iniciativa él, parecía tan correcto. Sus labios lograron moverse apenas unos segundos sobre los de ella, cuando la blonda volvió a separar el contacto. Sintió sus manos en su cuello, pero trató de alejar su rostro del del suyo, confundido. Alzó sus ojos hacia ella, tragando saliva, sin saber si quería escuchar lo que ella podría decirle. ¿Qué eran amigos y aquello había sido un error? Sin embargo al escucharla, no supo qué decir. Él había sido el que la había besado ahora, ¿Cómo podía incluso pensar que él no quería hacer nada de eso? Sintió entonces el calor de su mejilla debajo de sus dedos, y tras desviar por unos segundos su mirada hacia esta, notó como tomaba un color carmín. – Raika.. – Volvió a repetir su nombre, frunciendo levemente su ceño, intentando encontrar las palabras adecuadas, juntarlas y formar una oración coherente. – No es que quiera gastar tu nombre ni nada.. – Adhirió, siendo consciente de la cantidad de veces que la había llamado por su nombre ya. Sonrió débilmente unos segundos, nervioso. Aquel era un momento decisivo, decirle la verdad. Es ahora, o nunca, pensó. – Yo.. Yo quiero esto. Lo he querido por mucho tiempo.. – Susurró lo último, algo avergonzado, mientras dejaba caer su mirada unos segundos antes de volver a mirarla, con cierta decisión en el brillo de la misma. – La que no tiene que hacer esto si no quiere, eres tú. No.. Nunca quise que te sintieras obligada a nada, ni que entre nosotros nada cambiara solo porque yo.. – Se detuvo antes de seguir hablando. Supuso que el resto ya era bastante obvio, y estaba demasiado inquieto mentalmente como para decirlo en voz alta.







14) Raika

Presente, pasado y futuro. No dudaba que debía vivir el presente y más cuando este se amoldaba perfectamente a lo que ella más deseaba en ese momento. Pero también era consciente de que este siempre se veía afectado tanto por el pasado como por el futuro. Los errores vividos, a pesar de servir para no volver a cometerlos, eran, en cierto modo, un freno que trataba de no volver a caer dos veces con la misma piedra. Sin duda, su piedra particular había sido Mathias Walden. No es que lo considerase un error, había sucedido y punto. Le había querido, si, pero no tanto como imaginaba, es más, ahora que lo veía desde un punto de vista medianamente objetivo y tras haber dejado que el tiempo hiciese su trabajo, se daba cuenta que lo que había sentido hacia el slytherin había sido poco más que una amistad, sumándole a esta la atracción que había experimentado hacia el castaño. Era ahora también cuando se daba cuenta de que el verdadero motivo por el cual le había dejado no era su gran egocentrismo, su amor hacia sí mismo o los celos que podía llegar a mostrar. Fred había tenido su parte de culpa también, nunca antes había reparado en ello, al menos no conscientemente. Ahora, estando a su lado, recordaba la ira que recorría su cuerpo cada vez que cualquier chica se acercaba a él, aunque tan solo quisiese pedirle una pluma o un libro. También esa facilidad con la que su mente comenzaba a encontrar defectos en cada una de ellas. Como si ella fuese perfecta. Rio para si misma al recordar esto, le parecía todo tan absurdo, patético e infantil que solo el hecho de pensar que realmente todo había sucedido, le avergonzaba de sobremanera. Al menos, había superado eso, ¿o no? No, definitivamente no, a pesar de tener diecisiete años y ser, supuestamente, una joven madura e inteligente, no podía evitar sentir cierto recelo hacía todas esas chicas, a pesar de no tener ningún derecho para hacerlo. Al fin y al cabo, era la vida de Fred, no la suya. Tampoco tenía motivos para sentirse así, el Ravenclaw era su amigo, nada más. Despertó de su trance cuando Frederick habló de nuevo, instintivamente sonrió al escucharle. – Y yo voy a acabar creyendo todo lo que digo si sigues dándomela.- respondió riendo. Obviamente eso no sucedería pues si había algún calificativo que no encajase para nada con la rubia, ese era egocéntrica, o tal vez creída, de todas formas, ni sigue ni seguirá ninguno de esos patrones.

-Mi egocentrismo está bien cuidado, pocas palabras pueden dañarlo así como así.- respondió irónicamente pero sin dejar de reír. No podía ni tan siquiera imaginarse a sí misma bajo esa característica. Para nada, incluso era quizás demasiado modesta en ocasiones. No le agradaba el hecho de jactarse por méritos que no siempre tenían porque ser propios, algo que para otros era tan fácil como respirar o caminar. Simplemente, no se sentiría cómoda actuando así. Los siguientes segundos fueron ciertamente confusos para ella, pues desconocía por completo lo que podía o no pasar a partir de ese momento, y el no saber no era una sensación la cual quisiese experimentar y mucho menos en una situación como la actual. Aún así no podía apartar su mirada de Fred, de la misma forma que no pudo evitar morderse el labio cuando este pronunció de nuevo su nombre. Estaba nerviosa, demasiado nerviosa como para poder pensar con claridad. Tratando de pensar con objetividad, vio todo aquello como una partida de ajedrez, una partida de ajedrez en la que había dejado expuesta a la reina, sin motivos aparentes, pero con la sensación de poder ganar esa partida. Ridículo, lo viese de la forma que lo viese, no podía no sentir ganas de patearse a sí misma. Sonrió cuando comentó que no quería gastar su nombre, pero las palabras no llegaban a sus labios, ni tan siquiera creía que sus cuerdas vocales fuesen capaces de decir hola en ese preciso momento. Aunque puede que tampoco hubiese encontrado palabras adecuadas o, como mínimo, coherentes. Quizás eso de ser rey de tu silencio es mejor que ser preso de tus palabras sea cierto, pero en ese momento, no lo veía así, prefería hablar, decir lo que sentía, si quería hacerlo, ese era el momento y no quería desaprovecharlo, no quería arrepentirse más tarde de haberse callado. Escuchó cada palabra del castaño más no dijo nada, no aún. Sonrió, deseando decirle demasiadas cosas, tantas que ni siquiera ella era capaz de asimilarlas en ese momento, así pues, simplemente acercó de nuevo su rostro al suyo y le besó. Mas fue un beso corto, quería responderle, y sabía que de no hacerlo en ese momento acabaría por olvidarlo o dejarlo pasar y no quería que eso sucediese. Por ello, nuevamente se apartó. –Yo… yo también quiero esto y… lo llevo queriendo desde hace tiempo aunque tardase en darme cuenta de ello.- Respondió posando su mano derecha sobre la que Frederick tenía libre.

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