sábado, 4 de diciembre de 2010

Es ahora, o nunca. Thread

1) Fred.

{ Lunes 6 de Diciembre de 1977 || 03:13hs || Posibilidad de lluvia y/o nevadas, 5,5ºC || Gradas. }

Observó de reojo a Raika, caminando a su lado mientras el frío de la madrugada les dificultaba levemente el andar por los terrenos. Eso, sumado al rocío que traía consigo el horario, y la temperatura glacial que provocaba en el castaño débiles escalofríos que recorrían su espalda. Con sus manos en los bolsillos, y los ojos entrecerrados, observaba a medida que se acercaban cada vez más y más, la estructura del Campo de Quidditch. Estaba seguro de que nadie sabía que Woodward solía ir muchas veces a aquel lugar en cualquier horario. Le apaciguaba el silencio cuando no había nadie, le distraía ver y ser partícipe de entrenamientos solitarios y por ocio, y por sobre todo, había algo en el deporte en sí que lo hacía sentir.. libre. Era algo más que el simple hecho de volar sobre su escoba a metros y metros de distancia de la superficie del suelo. Tenía que ver con la pasión que él sentía por el juego y todo lo que involucraba.

Nunca se hubiese imaginado que su búsqueda de comida en la cocina de horas atrás, lo llevaría a ese preciso momento. En sus sueños quizá, y tal vez ni siquiera así, se hubiese visto así mismo en dirección al Campo una vez más, con la diferencia de tener a la rubia a su lado. Incluso a pesar de tener las manos dentro de los bolsillos, podía sentir de vez en cuando un ligero hormigueo de nerviosismo en sus palmas, cada vez que ella accidental e inocentemente le rozaba el codo con el suyo, o el brazo. Era completamente estúpido y patético, pero no podía hacer nada. Era un caso completamente perdido, y luchar contra lo que sentía y le hacía sentir, era desperdiciar tiempo y esfuerzo.

Sus pies los llevaron hacia la entrada lateral del lugar, por donde se entraba al lugar de las gradas. Por supuesto, había elegido la zona de las águilas, particularmente una en donde él siempre se sentaba cada vez que iba. Era la que mejor vista tenía, por supuesto, y además estaba techada por unas lonas que poseían los mismos colores que su escudo y corbata. Se giró levemente para ofrecerle sin pensarlo la mano a Raika para que pudiese subir los escalones sin dificultad. – Aún no puedo creer que hayas aceptado en venir. Cualquier otra chica hubiese dicho que no sin siquiera dudarlo. Entre el frío, la posible lluvia que puede bañarnos, el horario.. – Sonrió de medio lado observándola, para luego desviar su mirada unos segundos hacia otro lado que no fuese su rostro. Y es que no era cualquier chica.



2) Raika

Nada más cruzar la puerta que daba acceso a los terrenos del castillo se maldijo a si misma por no haber cogido la capa antes de abandonar su habitación. Claro que, como iba a, tan solo imaginarse, que acabaría a las tres de la mañana camino del Campo de Quidditch. Mas no le importaban en lo más mínimo las bajas temperaturas, es más, hasta podría decir que ni tan siquiera sentía que fuesen tan bajas, a pesar de que, seguramente, no sobrepasasen mucho más de los cero grados. Que demonios, era bruja, la magia corría por sus venas, aunque varios de sus compañeros deseasen que no fuese así. Tssé. Como si ser descendiente de muggles fuese algo malo. Es más, hasta llegaba a dudar de que muchas de las familias que se jactaban de ser de sangre completamente pura lo fuesen al cien por ciento. En fin, para la Ravenclaw estas personas no eran más que unos completos imbéciles cuya única forma de sentirse bien y superiores al resto, era –y es- alardear de algo tan intranscendente como la sangre.

-Accio capa- susurró para si misma tras haber cogido la varita que, un par de horas antes, había guardado en el bolsillo derecho de su pantalón. Suerte que siempre la llevaba con ella. –Quizás deberías hacer lo mismo, Fred, a no ser que quieras quedarte como un cubito de hielo aquí mismo.- Dijo segundos antes de coger su capa al vuelo. Al menos había funcionado, tan solo esperaba no haber sido sorprendida por ningún profesor y, mucho menos, por el insoportable e irritante de Filch, eso sería, sin duda alguna, lo peor que podría pasar. Se paró por unos instantes para ajustarse la capa al cuello. Perfecto. Corrió hasta donde se encontraba Fred que, entre tanto, se había adelantado un par de metros.

Cuando quiso darse cuenta se encontraban frente a las gradas de Ravenclaw. Hacía tiempo que no iba por allí, no había asistido al último partido y el anterior lo había presenciado en primera persona. Arqueó una ceja al ver el gesto de su compañero, pero, de todas formas, le dio la mano y subió los últimos escalones. – Habría podido sola, ¿eh?- rió. Pasó por el lado de Frederick, y tomó asiento en la zona más cercana a donde se encontraban. – ¿Por qué no? –Preguntó, en cierto modo, extrañada, pues no lo encontraba nada raro. – Ya, bueno, ten en cuenta que podrían romperse una uña, o no, espera, también podrían ser víctimas de comprobar cómo la humedad encrespaba su cabello. Si, sería horrible y por nada del mundo podrían correr ese riesgo. –Respondió- y en cuanto al horario… podría decirse que, en mi caso, se ha invertido por completo. –Añadió.-

3) Fred

La verdad es que Fred ya tenía dieciocho años, y ya estaba en la etapa final de la adolescencia. Al menos, ya no podía justificar muchas cosas diciendo que era un adolescente. Ni podía dejar de lado temas para después. Porque de hecho el después, era el ahora. Años atrás, o quizá sin ser tan exagerado, a principio de año, estaba completamente seguro del rumbo en el que se dirigiría su vida. Continuar estudiando, planear y plantar un futuro para él mismo, y de ser posible, tener una familia a su lado. En otras palabras, ser feliz. Tener lo suficiente le bastaba, siempre había sido así, y siempre lo sería. Pero aquello había cambiado. De la nada, o quizá, siendo justo, desde su última conversación con su abuelo, muchas cosas habían cambiado en él. La perspectiva de las cosas, de su forma de ser, de la vida en general. Y es que comenzó a preguntarse si realmente la felicidad existía, y de existir, si el camino que estaba eligiendo es el que en verdad lo llevaría a ella.

Aquella era principalmente, la razón por la que aquel año frecuentaba más lugares como aquel. La necesidad de despejarse, de sentir que todo iría bien, era necesaria. Observó como la capa de la rubia llegó hasta ella, mientras la escuchaba hablar, y mentalmente se pateó. De haber sido más atento debería haber hecho eso antes para darle la suya. – No, me gusta el frío. Quizá soy demasiado británico. – Sonrió de lado, y entrecerró muy levemente los ojos. – Si tienes mucho frio podemos volver, de verdad. – Mantuvo sus ojos sobre ella para asegurarle de que si eso es lo que en verdad quería, podían estar allí en menos de cinco minutos.

Rió con ella mientras la ayudaba a subir, y siguió sus pequeños y cortos pasos para finalmente sentarse a su lado. Sus ojos celestes se encargaron de obtener la vista panorámica del campo de Quidditch, y mientras continuaba escuchándola, observó la parte del cielo que el techo de lona dejaba ver. Llovería en cualquier momento. Sin poder evitarlo, sonrió ampliamente, divertido, y coincidiendo con ella en cada palabra emitida. – No hay muchas chicas como tú, evidentemente a eso lo sabes. –Contestó, con su mirada aún perdida en el lugar, hasta que giró su rostro para poder mirarla mientras apoyaba sus antebrazos en sus rodillas, para poder así descender un poco más su cuerpo y observarla mejor de lado. - ¿Y eso porqué?

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